
En un movimiento que pocos podrían calificar como casual, la senadora Imelda Castro anunció su decisión de declinar la posibilidad de presidir la Mesa Directiva del Senado, en un momento clave que no pasa desapercibido en la ruta hacia la sucesión gubernamental en Sinaloa. “El territorio nos llama y yo elijo responder desde donde más útil puedo ser: con la gente”, expresó en un comunicado que, más que un mensaje de humildad legislativa, huele a posicionamiento electoral.
La senadora, quien ha sido mencionada reiteradamente como una de las cartas fuertes de Morena para la gubernatura en 2027, opta por volver al terreno sinaloense cuando el escenario político comienza a reacomodarse. La pregunta es obligada: ¿es esta una respuesta velada al “tú sabrás qué hacer” del gobernador Rubén Rocha Moya, lanzado en un reclamo público que dejó en evidencia tensiones dentro del morenismo sinaloense? El retiro de Imelda de la contienda por la presidencia del Senado parece más un movimiento táctico que una renuncia al poder, un paso atrás que prepara el salto hacia la candidatura.
El discurso de “trabajar por la paz desde cada colonia, cada comunidad” abre el camino a un activismo territorial que difícilmente puede interpretarse ajeno a las intenciones de fortalecer su imagen y su relación directa con la ciudadanía. En un Sinaloa donde la violencia sigue siendo una herida abierta, y donde la disputa por el control político se intensifica, Castro toma la delantera para erigirse como la figura cercana, como la opción de Morena que “escucha y camina al lado del pueblo”.
Más allá de los gestos y las palabras, este giro marca el inicio de una nueva etapa en la batalla interna de Morena. Imelda Castro se coloca en la ruta del 2027, mientras alrededor de ella el ajedrez político se acomoda, con Rocha Moya decidido a allanar el camino para Enrique Inzunza y con un morenismo dividido entre lealtades y proyectos. El territorio la llama, pero también la obliga a definir hasta dónde está dispuesta a enfrentar las fuerzas que, dentro de su propio partido, intentan cerrarle el paso.