
De pronto, al dirigente estatal del PRI, César Emiliano Gerardo Lugo, le entró lo valiente. Desde el puerto de Mazatlán, levantó la voz para denunciar una crisis de inseguridad que, según él, el gobierno de Morena se empeña en negar. Y lo hizo en una conferencia de prensa, ese formato que en la dirigencia del tricolor en Sinaloa se ha vuelto la actividad favorita para simular vida partidista.
Gerardo Lugo afirmó que los delitos registrados en apenas seis meses de este 2025 ya superan los de todo el año anterior. Lo dijo con un discurso más afilado de lo que suele usar, quizás intentando llenar los zapatos vacíos de una oposición que no ha terminado de despertar. Aseguró que mientras los gobiernos de Morena se aferran a un relato de estabilidad, la realidad en las calles —especialmente en el sur del estado— es de miedo, balaceras, extorsión y carreteras tomadas por la incertidumbre.
El señalamiento sobre Elota es revelador: ahí, como en otros municipios, los gobiernos locales cargan con el costo del hospedaje y alimentación de las fuerzas federales. Una especie de pacto desigual que no ha rendido frutos visibles. Ni coordinación plena ni resultados concretos. A cambio, la población sigue expuesta a la violencia y los sectores productivos, abandonados.
En su arenga, el líder priista trató de dejar claro que votar por la oposición no implicará perder los programas sociales. Fue directo al corazón del relato morenista, con una frase casi de campaña: “lo que sí pueden ganar son gobiernos que trabajen de verdad”. Es un mensaje que busca competir con la narrativa dominante, aunque llega con años de retraso.
También hizo ruido al criticar la militarización de la Guardia Nacional y el uso político de los datos personales, una postura que resuena entre sectores preocupados por el avance del control estatal. Sin embargo, resulta inevitable cuestionar si este nuevo tono opositor viene acompañado de una verdadera estrategia o es solo parte de una coreografía mediática.
Porque hasta ahora, el PRI en Sinaloa ha sido más un partido de comunicados que de calle, de redes sociales más que de base. Y aunque la crítica a Morena puede ser legítima y necesaria, también debe ir acompañada de autocrítica, organización territorial y, sobre todo, propuestas claras. La oposición no se construye solo con indignación programada.
Si César Emiliano Gerardo quiere ser tomado en serio como voz opositora, deberá probar que su repentino valor no es temporal ni mediático. Porque Sinaloa no necesita más discursos inflamados; necesita contrapesos reales. Y eso, hasta ahora, no lo ha ofrecido nadie.