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Son socios, no militantes

Por: Felipe Guerrero Bojórquez…

Es muy difícil creerle a Adán augusto López, «hermano» de Andrés Manuel López Obrador, que no sabía que su secretario de Seguridad Pública, Hernán Bermúdez, era al mismo tiempo el jefe del grupo criminal «La Barredora».

López Obrador y Adán Augusto, siempre han dicho que Felipe Calderón sabía que su Secretario de Seguridad, Genaro García Luna, protegía a grupos criminales. ¿Por qué entonces, en esa lógica, se tendría que creer que el ahora Senador de Morena ignoraba que a su lado operaba alguien acusado desde hace años de criminal? Incluso, García Luna no tenía antecedentes públicos antes de ser nombrado por Calderón, pero Hernán Bermúdez sí y, a pesar de ello, fue llamado por Adán Augusto a ocupar la responsabilidad  de darle seguridad a Tabasco, apoyado además por los hermanos Andrés y Ramiro López Obrador. Hoy, esa entidad, conocida antes como la tierra del Edén, está convertida en un verdadero infierno.

Y aunque la presidente Sheinbaum diga que no es tapadera de nadie, de todos modos  pide pruebas de las acusaciones y que no haya «linchamiento» hacia la figura del Senador. Pero igual, cuando le conviene dice que la Fiscalía General de la República es «autónoma» para evitar comprometerse en lo que ,en este caso, sería lo más sano: Que Adán Augusto sea investigado por la FGR y que para ello solicite licencia o bien sea desaforado para que enfrente el proceso sin inmunidad. Claro, es una ingenuidad pensar en esta posibilidad, en un país gobernado por un grupo de socios que se tapa con la misma sábana muy meada ya de tanta corrupción, y que tiene el poder suficiente no solo para decretar inocentes a sus miembros, sino para voltear la tortilla y cínicamente afirmar, al mero estilo de AMLO, que son víctimas de una campaña de desprestigios; de calumnias y mentiras orquestadas «por nuestros adversarios», traidores a la patria y proclives a la amenazas intervencionistas de Estados Unidos.

Por eso, dirán, tenemos que «cerrar filas».  Y por eso en el Consejo Nacional de Morena repitieron lo mismo que sus diputados, al arropar a Cuauhtémoc Blanco, acusado de violentador sexual y señalado con vínculos con el crimen organizado: «No estás solo, no estas solo». Claro que Adán Augusto no está solo, porque la lista de señalados de estar en la mira de Estados Unidos por «narco políticos», es grande.

Pero la lumbre ya está por todos lados y empieza a quemas a gobernadores, legisladores y funcionarios públicos. ¿Y por qué hasta ahora no ha caído uno solo? Porque si cae uno , entonces la estructura de poder se les resquebrajaría de manera importante. Se trata de un andamiaje cupular construido bajo un mismo compromiso y una misma forma de operar en las diversas regiones del país. Cada una de las piezas hizo sus alianzas con grupos fácticos para facilitar su acceso al poder, bajo la garantía de que la cabeza principal los respetaría, y los dejaría trabajar estableciendo una divisa que nunca convenció a los mexicanos: Los abrazos y no balazos.

Ese es el tema, no son compañeros de partido, son socios de una empresa que concesionó el país a quienes los apoyaron electoralmente; no conocen de principios, ni tienen escrúpulos para ejercer el poder de manera abusiva, utilizando nuestros recursos públicos, comprando la voluntad de los humildes para al mismo tiempo someterlos y obligarlos a votar por ellos. Por eso, a la hora de que su verdadera índole sale a flote, a la hora de que son descubiertos y señalados, a lo primero que apelan es al «cierre de filas». No puede ser de otro modo, entre ellos no pueden desprotegerse porque, hacer lo contrario, sería permitir que a todos les cayera el techo encima. Adán Augusto es el mejor ejemplo porque dentro de la estructura cupular es considerado «horcón del medio» y «hermano» del que mora en Palenque, aquél que lo instaló en la Secretaría de Gobernación para que le siguiera operando y cuidando las espaldas. La imagen, el lenguaje corporal, verbal y el tono de este hombre, dicen muchas cosas. No pocos de sus correligionarios le temen.

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